Como siempre es un auténtico placer visitar el Restaurante Castillo de Godella. Las  viandas siempre reflejan el cariño y la devoción por los productos locales de su chef Eduardo Frechina. Cualquier propuesta que te presente no está exenta de esta dedicación al terreno y a la costa. Eduardo es uno de esos cocineros que refleja en cada uno de sus platos la sutil delicadeza de los grandes. No hay ornamentos superfluos en sus platos, ni los ingredientes están por estar, todo tiene una musicalidad, un sentido que te hace disfrutar de una exquisita sintonía de aromas y sabores. Como mi compañera de mesa me dijo, da la sensación de que todo es meticulosamente analizado antes de llegar al comensal. No hay fallos, una simple propuesta de gazpacho de sandía con fresas y cerezas confitadas en una auténtica explosión de sabor y si analizamos la carne o el pescado nos encontraremos con más de lo mismo. Hasta el postre sigue el curso del relato dejándote plenamente satisfecho.

El Restaurante “Castillo” de Godella es sin lugar a dudas,  uno de esos espacios que si hubiese existido en la Edad Media hubiera estado lleno de personalidades de la nobleza y la burquesía, afortunadamente estos tiempos no son los mismos y hasta los plebeyos podemos disfrutar de su sabiduría culinaria.