Hace poco más de un año abrió sus puertas al público «Goya Gallery Restaurant». Se da la circunstancia de que en la misma ubicación se encontraba uno de los restaurantes más conocidos de Valencia que llevaba también el nombre de Goya, inaugurado en plenas fiestas falleras allá por el año 1950 se convirtió en pocos años un local frecuentado por la alta sociedad valenciana, toreros, personalidades del mundo fallero y de la política, intelectuales, artistas e incluso cineastas como Bernardo Bertolucci, del que se dice que escribió entre sus mesas el guion de «EL Gran Emperador», ganadora de ocho Oscars de Hollywood, cerrando al público definitivamente en el año 2010.

Con el nombre de Goya Gallery Restaurant se ha querido homenajear al antiguo espacio por su importancia dentro del sector hostelero y de la vida social valenciana. Pero nada tiene que ver el nuevo local con aquel que tuvo una gran popularidad décadas atrás. El nuevo restaurante ha emergido como ave fénix, con sobriedad y elegancia sobre las cenizas del antiguo. Su nuevos propietarios, Marce y Fernando, a la postre amigos, que hace meses asumieron este reto, están sorprendiendo gratamente con su concepto gastronómico.

Teníamos ganas de conocer de primera mano este espacio, así que me acerque al mismo con mi amigo José López (5 barricas) dispuesto a disfrutar de un rato de lujuria gastronómica. Comenzamos la comida después de un detalle de la casa (una crema de rabanillos) con unos deliciosos gambusi (quisquillas rebozadas), zamburiñas, erizos con una crema marinera y una croqueta líquida que nos sorprendió por su gran riqueza de matices. A continuación nos sirvieron el arroz que habíamos pedido (chipirones con ajetes, boletus y foie), nos quedamos sin palabras, estaba cocinado en su punto exacto, entero, sabrosísimo (que fastidio no poder criticar nada) . De postre unas torrijas con helado y una tarta de queso cerraba la sobremesa y dejaba cumplido por fin mi deseo de disfrutar de este Restaurante.

Otra de mis grandes sorpresas fue comprobar el servicio del salón, el cual se mueve como un reloj suizo, de forma perfecta, una mala noticia para los fumadores que no podrán dejar la mesa para disfrutar del pitillo. Al término de un plato te ponen otro, sin prisa pero sin pausa y así hasta que te sirven el café, momento en el que consigues cierto despeje del personal en tu mesa. ¡Qué pocos restaurantes en nuestra capital pueden presumir de tener este servicio en su sala!. En los tiempos en que la gastronomía ha alcanzado cotas de popularidad asombrosas y que han convertido a los chefs casi en objeto de culto, echamos de menos los buenos profesionales de salón, educados, profesionalizados y atentos, ¿cuándo se darán cuenta los restaurantes de la gran importancia que tiene esto para los que visitamos sus instalaciones?, en fin, esperemos que poco a poco la balanza entre cocina y salón se vaya equilibrando.
Otro aspecto a destacar es la tranquilidad que se respira dentro del mismo, incluso cuando en hora punta está al completo. Me encanta esa distancia entre las mesas que nos permite cierta confidencialidad en nuestra tertulia de sobremesa.

Un diez con mayúsculas para Fernando Navarro, Marce García y todo su equipo por la gran labor que están llevando a cabo en el Goya Gallery Restaurant.