Con la llegada del buen tiempo nos acordamos de estos sitios mágicos que nos sorprenden tanto por la belleza de su entorno como por la calidad de su gastronomía. El Restaurante Nazaret es quizás uno de ellos pero con la diferencia de que podemos disfrutar de su magia durante todo el año.

Nazaret es un local con una cocina casera, valenciana y  tradicional, pero no echa aquí el freno, no señor, sus responsables dan una vuelta de  tuerca y sorprenden con otros   platos producto de sus años de dedicación al oficio. Imaginación, ingenio y producto van de la mano en su oferta gastronómica.

No hay standares en sus fogones, sino sabiduría que ha ido creciendo con el paso de los sesenta años que ya llevan en el candelero. La familia de Isabel y Paco comandan a la perfección uno de los templos de la buena cocina. Tapas de siempre como no podía ser de otra forma por su ubicación en pleno paseo marítimo de Puzol: clóchinas valencianas, calamares, pescaditos, sepia en su tinta, chipirones y así un largo excétera que combina con otros platos como el bombón de salmón y queso con nueces, albahaca y gengibre, cigalas con ajetes, piñones y pasas, o su ensalada de picatostes con ciruelas y queso. En los arroces más de los mismo, su clásica paella, el señoret o la fideuá comparten carta con su arroz de tres colores, y el arroz caldoso de chupa-chups (muslitos de codorniz, alcahofas y setas). Encontramos  unos postres caseros que son la finalización perfecta a una buena sobremesa. Entre ellos el rey de la pastelería local «El Pastelón de Puzol», el flan de queso (espectacular), la tarta a los tres chocolates  o el brazo de gitano.

Nazaret tiene en su haber multitud de premios : Mención especial de Turismo, primer y segundo puesto en el concurso de puchero de la Comunidad Valenciana o el premio al mejor postre casero en L´Alcúdia entre una largísima lista conseguida a través de los años y en diversos eventos gastronómicos.

Pero lo que más sorprende es la cercanía, la amabilidad con la que te atienden, da la impresión de que estás con tu propia familia, siempre hay una sincera  sonrisa en sus caras a la hora de atenderte. Ellos no podrían trabajar de otra manera. Su restaurante es algo especial.

Sinceramente no hay nada como comer o cenar e incluso tomarse un apetecible gin-tonic con la mirada perdida en la inmensidad del mediterráneo, gozando de la brisa marina y el sonido de las olas del mar. Que les voy a contar yo a ustedes… Sea como fuere estos locales tendrían que ser especies protegidas, cuidadas por las distintas administraciones ya que el placer que se siente entre sus paredes es indescriptible.